
Plaza principal de Bariloche con el edificio del Centro Cívico al fondo
Argentina es un país de contrastes con todo un mundo de curiosidades y lugares carismáticos para ofrecer. Uno de ellos es San Carlos de Bariloche, conocido simplemente como Bariloche, una ciudad aposentada junto a la cordillera de los Andes Patagónicos y que forma parte del Parque Nacional Nahuel Huapi. Se encuentra en la zona meridional del país, dentro de la provincia de Río Negro y en la ribera del lago Nahuel Huapi.
A pocos kilómetros de Bariloche nos aguarda la frontera con Chile. Su nombre, el de Bariloche, es un derivado de la palabra vuriloche proveniente del idioma mapuche y su significado es tan sencillo como descriptivo: gente del otro lado de la montaña. De esta manera tan natural se referían los antiguos mapuches que vivían al este del territorio que hoy ocupa Chile, a las personas del otro lado de la montaña, detrás de los escarpados Andes.
El origen de Bariloche se remonta al 3 de mayo de 1902 y un malentendido fue el causante del actual nombre. En aquella época, Don Carlos Wiederhold, un inmigrante chileno con raíces alemanas, tenía un almacén de Ramos Generales desde 1895. En la fundación de la ciudad una carta le llegó al chileno mezclando su nombre con el de la ciudad y, desde entonces, la localidad pasó a denominarse San Carlos de Bariloche.

Fotografía de la Catedral de San Carlos de Bariloche, Argentina
La arquitectura de los edificios tienen descendencia europea y chilena debido a que los primeros habitantes provenían de Alemania y, tras una temporada en Chile, se aposentaron en este hermoso paraje. Las construcciones tienen un claro diseño alpino y el material fetiche es la madera. Los años dorados vinieron entre 1935 y 1940 cuando se realizaron los edificios más característicos. El más destacado de todos ellos, el Centro Cívico, fue obra del arquitecto Ernesto de Estrada y en él había cabida para la oficina de correos, el ayuntamiento con su emblemática torre con reloj incluído, un museo, una biblioteca y un teatro.
Otros edificios de interés para el visitante son los compuestos por la Catedral de Bariloche, la Capilla de San Eduardo o el Hotel Llao Llao, en este caso creados por el arquitecto Alejandro Bustillo.
El turismo es el principal sustento económico de Bariloche al aprovechar su situación geográfica. En sus alrededores campan a sus anchas los lagos de Mascardi, Moreno y Gutiérrez, mientras que rodeando las fronteras de la ciudad sobresalen varias montañas ejerciendo de una muralla perfecta para la práctica del esquí, como en el caso de Cerro Otto.
En Argentina las distancias no son precisamente cortas. Si queremos acceder a Bariloche desde su capital, Buenos Aires, deberemos ir preparándonos para el traqueteo del coche o el autobús durante algo más de 20 horas para salvar los más de 1.600 kilómetros que separan ambas ciudades. Las rutas de asfalto a seguir serían las 23, 40 y 231.

Alrededor del lago Nahuel Huapi se puede disfrutar de recorridos a pie para el recuerdo
La opción más cómoda para llegar a San Carlos sería a través del avión, ya que la ciudad dispone de aeropuerto con destinos nacionales e internacionales. La duración del vuelo desde la capital argentina sería de apenas 2 horas.
Bariloche no sólo tiene montaña para el esquiador, lagos para el amante del agua y cientos de increíbles recorridos a pie para el mochilero. En la frontera de su territorio, a principios del siglo pasado, dos famosos ladrones de bancos y trenes se hospedaron en las cercanías. Sus nombres eran Butch Cassidy y Sundance Kid, y si queréis respirar el mismo aire que ellos en su día, lo único que debéis hacer es acercaros hasta Bariloche y dar una profunda calada a su paisaje.
Sentirse un forajido al viajar da alas, ¡que no os las corten u os arrepentiréis!
Más información | Bariloche
Fotografías | A Verlo, Geolocation, La Imagen Diaria,
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